
La escena musical latinoamericana se enfrenta a un impacto brutal tras la confirmación de la muerte de dos artistas colombianos que estaban ganando notoriedad en la escena urbana. Bayron Sánchez Salazar, conocido como B-King, y Jorge Luis Herrera Lemos, alias DJ Regio Clown, fueron encontrados sin vida el 17 de septiembre en Cocotitlán, Estado de México, un día después de haber sido reportados como desaparecidos tras salir de un gimnasio en la colonia Polanco de Ciudad de México. Sus cuerpos fueron hallados en un descampado junto a una cartulina con un supuesto mensaje de un grupo criminal, lo que desató interrogantes sobre el móvil y la posible relación con redes delictivas en el entorno artístico.
La investigación, guiada por autoridades mexicanas, se mantiene en curso. Aunque no se han difundido detalles concluyentes sobre el porqué de la tragedia, se barajan varias hipótesis: desde una posible confusión de identidades hasta un ajuste de cuentas vinculado a dinámicas de narcotráfico. El mensaje hallado junto a los cuerpos, descrito por la prensa como amenazante hacia presuntos distribuidores de drogas, ha encendido un debate sobre la vulnerabilidad de artistas que viajan entre países y mercados culturales, y sobre la seguridad que deben tener quienes trabajan en giras internacionales.
Bayron Sánchez, de 31 años y originario de Santander (Colombia), estaba consolidándose como una figura emergente del género urbano, con colaboraciones relevantes y una creciente base de seguidores. DJ Regio Clown, de 35 años y nacido en el Valle del Cauca, se desempeñaba como productor y asesor musical, aportando con su visión a proyectos que cruzaban fronteras. Ambos participaban en una gira por México, con presentaciones en discotecas y eventos privados; su última aparición pública tuvo lugar el 14 de septiembre en la discoteca ElectroLab, durante el evento “Sin Censura. Independence Day”.
La desaparición desató una ola de solidaridad y preocupación: seguidores, colegas y familiares lanzaron campanas de búsqueda y recordatorios de su trayectoria. En el plano institucional, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, señaló el caso como un indicio de los desafíos que persisten en la lucha contra el narcotráfico, mientras que la cancillería mexicana informó de una coordinación entre ambos países para avanzar en las investigaciones. La Fiscalía General de Justicia del Estado de México ha iniciado una investigación por homicidio; por su parte, la fiscalía de la Ciudad de México colabora en el análisis de cámaras, rastreo de dispositivos y testimonios a testigos. Aun no hay sospechosos identificados ni confirmación definitiva sobre la veracidad del mensaje hallado junto a los cuerpos.
Este trágico caso no solo enluta a dos familias y a una emergente comunidad artística, sino que también eleva la discusión sobre la seguridad de los artistas que cruzan fronteras. La violencia que rodea a ciertos entornos criminales amenaza convertir el arte en escenario de riesgos, exigiendo respuestas claras: verdad, justicia y memoria para aquellos que dejaron una huella en la música urbana.