
En medio del esplendor de su reciente boda con Benny Blanco, resurgieron rumores sobre un acuerdo prenupcial que Selena Gomez habría exigido para proteger su imperio personal. Más allá de las flores, el vestido o el romanticismo del evento, la cantante quiso asegurarse de que lo que construyó a lo largo de los años siga intacto, incluso después del “sí, acepto”.
Según varias fuentes cercanas y reportes de prensa, Selena solicitó un contrato matrimonial “sólido, bien detallado y blindado”, en el cual se estipularía claramente que sus derechos de autor, ingresos artísticos, proyectos cinematográficos y su marca de belleza Rare Beauty quedaran bajo su control exclusivo. Esta medida no sería un gesto de desconfianza, sino de responsabilidad: ella considera que su legado merece protección.

Contrario a lo que muchos podrían imaginar, Benny Blanco aceptó la petición sin objeciones. Personas próximas a la pareja señalaron que, para él, firmar ese acuerdo fue visto como un acto de madurez y de respeto hacia la carrera de ella. De hecho, su serenidad frente al tema habría fortalecido la confianza entre ambos en esta nueva etapa de sus vidas.
Aunque tanto Selena como Benny no han confirmado públicamente los términos del documento, los rumores detallan que el contrato cubriría no solo sus ganancias pasadas, sino también lo que esté por venir: futuras producciones musicales, derechos de autor, propiedades adquiridas antes del matrimonio e incluso utilidades derivadas de Rare Beauty.
En definitiva, lo que muchos vieron como un detalle legal menor se convierte en una declaración silenciosa: es posible amar con pasión sin renunciar a la autonomía. Selena Gomez, en esta nueva fase, reafirma que el amor puede coexistir con la prudencia, y que proteger lo propio también es un acto de respeto hacia quien eres.