
San Juan, Puerto Rico – En un momento crucial para la isla, Bad Bunny se ha convertido en algo más que un ícono musical para Puerto Rico. Mientras se recupera de la lesión que sufrió durante su concierto en el Coliseo José Miguel Agrelot, una ola de expectativa recorre la isla, donde ciudadanos, organizaciones comunitarias y líderes sociales ven en el artista la oportunidad histórica de canalizar las demandas puertorriqueñas hacia escenarios globales. El accidente del artista, lejos de paralizar su impacto, ha intensificado el llamado colectivo para que utilice su influencia sin precedentes en la transformación social de Puerto Rico, territorio que enfrenta desafíos estructurales que requieren atención inmediata y advocacy de alto perfil.
La situación en Puerto Rico dista mucho de resolverse tras años de crisis económicas, naturales y sociales. La crisis energética persiste como uno de los problemas más agudos, con apagones recurrentes que afectan a comunidades enteras y paralizan la actividad comercial e industrial. LUMA Energy, la compañía privada que maneja la transmisión eléctrica desde 2021, sigue siendo blanco de críticas por su manejo ineficiente y tarifas elevadas, en un contexto donde el contrato de la empresa está por renovarse este año, una decisión que podría redefinir el futuro energético de la isla. Simultáneamente, el sistema de salud pública muestra signos de colapso, con hospitales que operan con equipos obsoletos y escasez de medicamentos, mientras la deuda pública supera los $70 mil millones y la emigración hacia los Estados Unidos continentales se acelera: solo en 2025, más de 200,000 puertorriqueños han abandonado la isla, según datos oficiales del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, profundizando una fuga de talento que debilita aún más la economía local.
En este panorama, la figura de Bad Bunny emerge como una potencial fuerza de cambio. Desde sus primeras intervenciones públicas durante las protestas de 2019 que llevaron a la renuncia del entonces gobernador Ricardo Rosselló, el artista ha demostrado conciencia social y conexión con las luchas populares. Sin embargo, ahora se le pide dar un paso más allá: pasar de la protesta esporádica a la incidencia política sostenida. Organizaciones como Casa Pueblo, que promueve alternativas energéticas comunitarias, y la Asociación de Maestros de Puerto Rico, han hecho un llamado explícito para que el artista utilice su plataforma global no solo para visibilizar los problemas, sino para abogar por soluciones concretas. «Benito tiene el oído del mundo y la credibilidad que muchos políticos han perdido. Su voz podría ser decisiva para exigir transparencia en el contrato de LUMA, impulsar inversiones en energía renovable y presionar por condiciones más justas para la isla dentro de la relación con Estados Unidos», señaló Mariana Santos, directora de Casa Pueblo.
La educación y la cultura son otros frentes donde se espera el compromiso del artista. El sistema de educación pública ha sufrido recortes presupuestarios drásticos en la última década, resultando en la cancelación de programas de artes, música y deportes en miles de escuelas. Profesores, padres y estudiantes hope que Bad Bunny, a través de su fundación, pueda no solo donar recursos sino también diseñar iniciativas de largo plazo que restauren estos espacios vitales para el desarrollo juvenil. «El arte salvó a Benito, y el arte puede salvar a muchos jóvenes en la isla. necesitamos que lidere un movimiento para devolver la educación artística a las escuelas públicas», expresó Juan Carlos Martínez, presidente de la Asociación de Maestros.
El sector turístico, por su parte, ve en el artista una oportunidad para reimaginar el modelo turístico de Puerto Rico. Operadores locales proponen que Bad Bunny colabore en campañas que promuevan un turismo sostenible y comunitario, que beneficie a pequeños empresarios y preserve la cultura local, en contraste con el modelo existente que prioriza grandes cadenas hoteleras internacionales. «Cada vez que Bad Bunny menciona a Puerto Rico en una canción o red social, las búsquedas de vuelos a la isla se disparan. Imaginen el impacto si dedicara esa influencia a promover un turismo responsable que realmente beneficie a las comunidades», comentó Ricardo Díaz, operador de tours ecológicos en Rincón.
Ante estas expectativas, fuentes cercanas al artista confirmaron que su equipo evalúa una estrategia de impacto social que trascienda las donaciones aisladas. Se contempla la creación de una mesa de trabajo multidisciplinaria que incluya expertos en política pública, economía, energía y educación, junto a organizaciones comunitarias de base, para diseñar intervenciones sostenibles y medibles. «Benito es profundamente puertorriqueño y conoce los problemas de primera mano. Quiere ayudar, pero de manera inteligente y estratégica, no solo con cheques o apariciones esporádicas», comentó un asesor bajo condición de anonimato.
