
La 67ª edición de los Premios Ariel, celebrada en Puerto Vallarta, se convirtió en una noche de homenaje y memoria para el cine mexicano. En la famosa alfombra roja, la familia Palomo-Ricco capturó miradas: Fiona Palomo y su hermano Lucca hicieron acto de presencia acompañados de su madre, la cantante y actriz Carina Ricco, recordando a Eduardo Palomo y dejando claro su impacto en la herencia artística de la industria. Su presencia se interpretó como una señal de continuidad entre generaciones, añadiendo una carga emotiva al evento.
Fiona, ya reconocida por su trabajo en producciones internacionales, lució un diseño sobrio y elegante que conjugaron estilo clásico con un toque contemporáneo. Lucca adoptó una estética más actual, que transmitía seguridad y carisma, subrayando una identidad artística en construcción. Carina Ricco deslumbró con un conjunto de tonos metálicos, que evocó fortaleza y sensibilidad, reforzando su relevancia en el panorama artístico nacional.
Más allá del glamour, la aparición de los Palomo-Ricco destacó un tema central: la memoria de Eduardo Palomo permanece viva a través de las nuevas generaciones que hoy buscan oportunidades en la actuación y la música. Fiona ha destacado en series internacionales como Control Z y Outer Banks, mientras que Lucca está incursionando en la música y el modelaje, fortaleciendo la idea de una continuidad creativa dentro de la familia.
La Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas organizó una ceremonia que reunió a figuras destacadas del cine mexicano, con nominaciones que apuntaron a títulos influyentes. En ese marco, la presencia de familias emblemáticas aportó una dimensión humana al encuentro, recordando que el arte se transmite, se honra y se transforma de generación en generación. La noche dejó claro que el cine mexicano, en sus distintas vertientes, continúa escribiendo su historia bajo la luz de quienes lo hicieron posible.