
En un giro que muchos calificaron como inesperado, pero que ella misma soñó durante años, Kim Kardashian acaba de graduarse oficialmente de la escuela de leyes, cerrando un ciclo de seis intensos años de estudio y esfuerzo. La empresaria, influencer y estrella de reality shows celebró este gran hito con una emotiva publicación en redes sociales, acompañada de una foto luciendo toga y birrete, y una dedicatoria especial: «Lo hice, papá. Esto es para ti».
Kim ha dejado claro que su interés por el derecho no es un capricho pasajero ni una estrategia de marketing. Inspirada por el legado de su padre, el fallecido abogado Robert Kardashian —famoso por su rol en la defensa de O.J. Simpson—, la también fundadora de SKIMS ha trabajado en los últimos años junto a organizaciones pro derechos civiles, abogando por reformas al sistema penitenciario de Estados Unidos. Su participación activa en casos de personas injustamente condenadas, como el de Alice Marie Johnson, dio un primer vistazo de su nueva faceta como defensora de los derechos humanos.

Pero no todo ha sido fácil. La travesía de Kim en el mundo del derecho incluyó noches enteras de estudio, reprobaciones y un riguroso programa de “law apprentice” en California, una ruta alternativa a la facultad tradicional. Sus detractores la subestimaron, acusándola de trivializar la profesión, pero ella los ha silenciado uno a uno, con perseverancia y una determinación tan firme como su maquillaje.
Con su título en mano, Kim Kardashian no solo rompe con estereotipos sobre las celebridades y la fama superficial, sino que también redefine lo que significa reinventarse en plena madurez. Lo que comenzó como una estrella de reality show se ha convertido ahora en una figura con voz propia en debates serios sobre justicia social. ¿Qué sigue para la nueva abogada Kardashian? Nadie lo sabe con certeza, pero una cosa es clara: ya no solo domina las pasarelas ni las redes, también empieza a dejar su marca en los tribunales.