
La reina del escenario lo ha vuelto a hacer. Jennifer Lopez, ícono global del entretenimiento y sinónimo de espectacularidad, protagonizó la apertura de los American Music Awards 2025 con una presentación que fue, literalmente, fuego. Y cuando decimos fuego, no hablamos solo de efectos especiales y luces: hablamos de una actuación que combinó sensualidad, poder femenino y un final que nadie esperaba.
Vestida con un traje plateado que brillaba como si llevara el escenario consigo, J.Lo abrió la noche con su más reciente sencillo, una mezcla explosiva de pop latino con influencias electrónicas, que desde ya suena fuerte como hit del verano. Desde los primeros compases, la artista mostró por qué sigue siendo una de las performers más completas de su generación. Coreografías precisas, voz impecable, y ese carisma que simplemente no se puede ensayar.
Pero el momento cumbre llegó al final de su performance, cuando, al ritmo del último estribillo, Jennifer Lopez besó apasionadamente a varios de sus bailarines, desatando una ovación del público y un tsunami digital en redes sociales. El gesto, tan inesperado como simbólico, fue interpretado por muchos como un mensaje de empoderamiento, libertad y rompimiento de moldes en una industria que, aún hoy, impone reglas no escritas a las mujeres en el espectáculo.

Reinas no piden permiso… y J.Lo lo sabe
Las reacciones no se hicieron esperar. En cuestión de minutos, el nombre de Jennifer Lopez se convirtió en tendencia mundial. Mientras algunos celebraban su audacia y su capacidad de reinventarse una vez más, otros debatían si el gesto fue parte del guion artístico o una declaración personal.
Lo que es indiscutible es que J.Lo sigue siendo una fuerza cultural. A sus 55 años, desafía los estereotipos de edad, género y comportamiento en el mundo del pop. No se conforma con repetir fórmulas: las rompe, las remezcla, y vuelve a elevar el listón para quienes vienen detrás.

Detrás del gesto provocador hay un discurso que Jennifer ha construido durante décadas: el del empoderamiento sin disculpas. Lo ha hecho en la música, en el cine, en la moda y, por supuesto, en el escenario. Y esta presentación en los AMAs fue una muestra más de que sigue escribiendo su propia narrativa, sin pedir permiso, sin miedo al qué dirán.

Para quienes creían que la era de J.Lo había quedado atrás, esta actuación es la mejor respuesta: la diva del Bronx no solo sigue vigente, está más poderosa que nunca.