Aquella noche en Los Ángeles, el lote histórico de Paramount Studios dejó de ser set de película para convertirse en escenario vivo de moda, cine e inspiración: Vogue World: Hollywood ha llegado con fuerza, y con una narrativa que celebra la esencia de la gran pantalla.

El evento —una especie de desfile teatralizado— se desplegó en siete “actos” temáticos, cada uno evocando una era cinematográfica distinta: desde el esplendor de los años dorados hasta la audacia del Afrofuturismo o la vanguardia contemporánea. Diseñadores y vestuaristas trabajaron codo a codo, reinterpretando trajes icónicos con visión moderna, cruzando líneas entre costume design y haute couture.

Kendall Jenner abrió el show vestida con el emblemático traje “Black Diamond” de Moulin Rouge!, mientras Nicole Kidman apareció para rendir homenaje interpretando Put the Blame on Mame, en un guiño entre generaciones del cine. En las pasarelas —o mejor dicho, entre decorados de película— desfilaron estéticas que recordaron vestuarios de Black Panther, Edward Scissorhands, Marie Antoinette, The Royal Tenenbaums, entre otros.

La experiencia no fue solo moda visual: hubo performances musicales, recreaciones teatrales, coreografías y una puesta en escena que borró la línea entre cine y pasarela. Mientras cámaras, luces y props se movían en sincronía, la audiencia fue transportada a un universo donde prendas y personajes conversan.

Pero más allá del espectáculo, Vogue usó esta plataforma para hacer algo tangible: 100 % de las ganancias del evento serán donadas al Entertainment Community Fund, para apoyar a diseñadores de vestuario afectados por los recientes incendios de Los Ángeles. En otras palabras, Vogue World no fue simplemente una fiesta de modas, sino una declaración de que el cine, la cultura y la solidaridad pueden caminar juntas.