El esperado regreso de Amaia Montero a La Oreja de Van Gogh no solo marcó el retorno de una voz icónica, sino también el cierre de un capítulo personal que ella misma describe como de reconstrucción. En su primera declaración pública tras el anuncio, la cantante vasca compartió un mensaje cargado de emoción, reflexión y gratitud.

“Dicen que las oportunidades solo pasan una vez… Pero la vida me ha enseñado lo contrario: que surgen cuando tú te lo permites”, comenzó. Luego confesó que vivió durante seis años con la sensación de fragilidad: “Muchas veces pensé que no lo conseguiría, quizá porque ya no quería conseguir nada. Entonces empecé a deshacerme de la idea de mí para volver a ser yo”.

La confesión llega tras más de una década desde su salida de la banda, y justo después del comunicado que la reubica al frente del grupo con sus antiguos compañeros, aunque con algunos cambios en la formación. La expectación fue tal que las entradas para la gira se agotaron casi al instante.

Amaia dedicó palabras de agradecimiento a sus seguidores: “Estoy conmovida por el cariño que he recibido estos días… El público que me hace sentir que estoy en casa”. Y concluyó con una frase que recoge el espíritu de esta nueva etapa: “Hoy quiero celebrar que seguimos creyendo, con la ilusión intacta, que aún nos queda mucho por vivir y que seguimos aquí: juntos”.

Más que un regreso, este parece ser un renacer. Para quienes la admiraron desde los primeros éxitos de la banda, el retorno no es solo musical, sino emocional —una demostración de que el tiempo puede sanar, y de que una segunda oportunidad puede venir con más propósito.