“Carlos III y Camila hacen historia: rezan en la Capilla Sixtina junto al papa Leo XIV”

En un momento cargado de simbolismo y reconciliación, el rey Carlos III y la reina Camila participaron en un servicio ecuménico en la Capilla Sixtina del Vaticano junto al papa Leo XIV. Fue un gesto de fe que trasciende la ceremonia: por primera vez desde la Reforma anglicana del siglo XVI, un monarca británico participó públicamente en una oración con un pontífice, un paso reverente hacia un diálogo espiritual largamente esperado.

El evento, enmarcado bajo el techo imponente de Miguel Ángel y frente al fresco del Juicio Final, reunió música de coros católicos y coros anglicanos, oraciones en inglés y latín, y una liturgia pensada para acercar tradiciones distintas bajo un mismo propósito. El rey tomó asiento en un trono elevado junto al altar, mientras la reina lo acompañaba con discreta presencia, reflejando la dualidad de poder y humildad que conlleva ese instante.

Durante la ceremonia, el papa Leo XIV y el arzobispo de York Stephen Cottrell compartieron leituras y plegarias por la “Creación, paz y unidad cristiana”. Aun cuando las distinciones doctrinales entre anglicanos y católicos no desaparecen, ese día parecieron disiparse en el silencio compartido y en el eco de voces que cantaron juntas.

Tras la oración, el rey fue investido como “Royal Confrater” en la basílica de San Pablo Extramuros, y se le otorgó un asiento permanente para los futuros monarcas británicos. Como gesto simbólico de reciprocidad, el papa Leo fue nombrado “Papal Confrater” de la capilla de San Jorge, en Windsor. Un intercambio ceremonial que remite a siglos de historia enmarañada y a la promesa de un nuevo capítulo.

Este viaje al corazón del catolicismo no fue solo diplomático: fue espiritual. En un siglo plagado de divisiones, el gesto del rey Carlos ofrece una esperanza discreta: que los muros construidos por teorías y siglos puedan suavizarse con una plegaria compartida.

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