A sus 81 años, Robert De Niro no solo sigue siendo una leyenda viva del cine, sino también un ejemplo de constancia, salud y equilibrio. Lejos de retirarse o ceder ante el paso del tiempo, el actor multipremiado continúa activo en la industria, impulsado por una rutina que combina ejercicio disciplinado, alimentación consciente y una filosofía de vida basada en la perseverancia.
En una entrevista reciente con la BBC Radio, De Niro reveló que su secreto no está en fórmulas mágicas ni en regímenes extremos, sino en la constancia: “La clave es no dejar de moverse”. Su rutina de entrenamiento incluye sesiones de pesas y cardio entre tres y seis veces por semana, adaptadas a sus compromisos laborales y estado físico. Su entrenador personal, James Brady, destaca que el actor entrena con la misma entrega con la que prepara sus papeles, manteniendo fuerza y resistencia como pilares de su bienestar.
La alimentación también juega un rol esencial. Según su chef y amigo Agostino Sciandri, De Niro evita los alimentos ultraprocesados, las grasas saturadas y los azúcares refinados. Prefiere platos sencillos, como arroz integral, legumbres, pescado y vegetales frescos. Su favorito: el ziti al horno, una pasta napolitana con salsa de tomate, mozzarella y albahaca, que refleja su amor por la cocina italiana tradicional.
Este enfoque saludable no es reciente. Tras superar un cáncer de próstata en 2003, el actor adoptó una dieta rica en antioxidantes, fibra y ácidos grasos omega-3, lo que fortaleció su sistema inmunológico y mejoró su calidad de vida. Además, redujo el consumo de carnes rojas y priorizó alimentos naturales, una decisión que, según él, fue clave para su recuperación y longevidad.
Más allá del gimnasio y la cocina, De Niro encuentra vitalidad en su rol como padre. A los 81, cría a su hija menor, Gia, de apenas dos años, y asegura que ella es “pura alegría”. En sus propias palabras, el secreto está en mantenerse activo física y emocionalmente, sin perder el sentido del humor ni la curiosidad por la vida.
Robert De Niro no solo desafía los estereotipos de la edad, sino que redefine lo que significa envejecer con dignidad, energía y propósito. Su historia es un recordatorio de que la vitalidad no es cuestión de juventud, sino de actitud.
